En la presente edición del Festival de Sitges las galas (Secció Oficial Fantastic Galas) están jugando un papel fundamental a la hora de congregar a los aficionados. Más allá de la sección oficial, que siempre suele atraer a un mayor número de gente, son las “galas” o “preestrenos” lo que está suscitando un gran interés, debido a la calidad de los títulos proyectados. Si en el día anterior Maniac nos había conquistado en una de esas galas, la jornada del 7 de octubre no defraudaría en ese aspecto.

En nuestra segunda jornada en Sitges, que ya es la cuarta del festival, tuvimos el privilegio de asistir al preestreno de una de las películas que sin duda marcarán un antes y un después en el cine de terror: The Cabin in the Woods, producción de Joss Wesdon, dirigida por Drew Goddard,  que incorpora docenas de referencias de género haciéndolas suyas y encajándolas como un cubo de rubick en un en aparentemente sencillo puzle. El resultado es una película sangrienta, divertida, terrorífica y repleta de acción. Pero poco se puede hablar de ella sin desvelar alguna de sus claves; únicamente apuntaremos un título como referencia, que poco va a dañar a las sorpresas que encierra su  metraje: Evil Dead.

 

Aquí queda este aviso a navegantes, que es casi un neón luminoso en la azotea de un rascacielos: The Cabin in the Woods ya es un clásico y aún no se ha estrenado masivamente; cuando eso suceda, el título figurará con mayúsculas en las enciclopedias de cine de terror y los aficionados del mundo entero lo considerarán una pieza de culto.

Y fuera del programa oficial, y antes de deleitarnos con la delicia que fue The Cabin in the Woods, y en sesión mañanera, vimos otro importante y esperado  título, Lo Imposible, de J.A. Bayona, que presentó el film acompañado del joven actor Tom Holland. Con gran modestia por parte de los dos nos introdujeron en esta película, que resultó ser una epopeya dramática de grandes dimensiones acerca de una familia que sufre la catástrofe del tsunami.

La maestría de Bayona dirigiendo la película se deja notar desde el primer plano, construyendo una historia dramática y realista, donde la ambientación creada y el trabajo actoral son de primer nivel. Atentos al tsunami y sus consecuencias, y también atentos a los planos secuencia que ejecuta Bayona en el momento en el que Lucas (Tom Holland) busca a su padre por el hospital. Por cierto, Tom Holland en la pantalla parece un auténtico mocoso pero en persona es un auténtico mozalbete.

Después de visionar  la segunda obra de Bayona –la primera fue El Orfanato-, y una hamburguesa barbacoa gigante, llegó el turno de una de las piezas animadas más esperadas por el público, ya que se trata de una producción española realizada con el procedimiento del stop-motion, y que cuenta a las voces con conocidos actores españoles. O Apostolo  cuenta la leyenda de un pueblo maldito situado en el Camino de Santiago. La Santa Compaña, curas, aldeanos, ladrones, y hasta un arcipreste –que cuenta con la voz del fallecido Paul Naschy- conforman una historia entretenida y sugerente, rodeada de un halo fantástico fuera de lo común. El director y responsable de los efectos de animación vinieron a presentar este interesante título.

Robot & Frank habla de la intromisión en nuestras vidas de la inteligencia artificial,  y de cómo las personas mayores, con algo de ayuda, pueden aportar muchísimo a los todos los que les rodean. Melodrama de ciencia ficción con tintes anticipatorios y con ingeniosas dosis de humor para un elenco de estrellas: Frank Langella, Susan Sarandon y Liv Tyler. Su director, Jack Schreider, parco en palabras, vino a presentar esta interesante e inteligente cinta. El señor Schreider podría haberse explayado un poco y haber contado algo sobre la película pero simplemente subió al escenario y dijo algo así “muchas gracias, espero que les guste la película».

Nada menos que Eli Roth, junto al director Nicolas López, vino a presentar su úitimo trabajo como actor y productor, Aftershock, una mezcla de Hostel, Resacón en las Vegas, El descenso, y la hemoglofilia confesa de sus creadores dan cuerpo a un film que tarda en ponerse en marcha, y cuando lo hace, infringe sistemáticamente aquella regla de oro del guionista “nunca se debe matar a un personaje si no sirve a la trama”. Pues bien, aquí se tira de lo fácil y se mata a todo quisque con la única intención de ir quitando personajes de en medio y de hacer avanzar una película a la que le cuesta encontrar su razón de ser. Además de esa fórmula de la muerte sistemática de los personajes, tan transgresora como falazmente moderna, Eli Roth sabe que bañar a los personajes en sangre vende, y de eso  también va sobrado el film, pero  con diferencia, la presentación de Eli Roth y de Nicolás López, dos auténticos showman,  fue más entretenida que su película.

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