Crítica de Left Bank, de Pieter Van Hees, con Matthias Schoenaerts
Año: 2008. Duración: 102’. País: Bélgica. Director: Pieter Van Hees. Guión: Christophe Dirickx, Dimitri Karakatsanis, Pieter Van Hees. Fotografía: Nicolas Karakatsanis. Reparto: Eline Kuppens, Matthias Schoenaerts, Sien Eggers, Marilou Mermans, Frank Vercruyssen, Robbie Cleiren, Ruth Becquart, Tinneke Boonen, Sara De Bosschere, Jamahl Boukriss.
Se habla mucho de la nueva ola de cine fantástico francés, e incluso de una incipiente cantera, cada vez más consolidada, de cine fantástico español. Lo cierto es que corren nuevos aires en Europa y el fantastique va comiendo terreno a las producciones más estándar. En este panorama el norte de Europa está ofreciendo interesantes cintas cuya calidad no tildamos de sobresaliente, pero sí crean una marca de fábrica que tiene sus líneas maestras en la aprovechada utilización de los espacios naturales, una fotografía preciosista y la reinvención del género desde coordenadas mitológicas, ambientadas en frías y tristes urbes o en la naturaleza más dura e inmisericorde. La película abanderada de esta aluvión fantástico es la imprescindible Déjame Entrar (Låt den rätte komma in, 2008), cinta sueca ya archifamosa que es la síntesis formal de otros títulos señeros entre los que no deben faltar la finlandesa Sauna (2008), las noruegas El Placer de la Caza (Rovdyr, 2008) y la saga Cold Prey (Fritt Vilt, 2006) o la comedia gore Zombies Nazis (Dead Snow, 2009). En este contexto, y bajando hacia tierras menos gélidas, la cinta belga Left Bank (Linkeroever, 2008) dirigida por el debutante Pieter Van Hees, se desvela como un interesante ejercicio de forma que comienza en el terreno del drama y termina en el del horror cósmico.
Marie (Eline Kuppens), una joven atleta, sana y deportista, aquejada de un severo agotamiento, ha de dejar el deporte por una temporada. En ese lapsus conoce a Bobby (Matthias Schoenaerts), con el cual se muda a vivir al Left Bank, la orilla izquierda de la ciudad. Pronto su salud comenzará a empeorar y descubrirá que la chica que anteriormente ocupaba el apartamento de su novio ha desaparecido sin dejar rastro. Algo extraño está ocurriendo, relacionado con el edificio de apartamentos y un misterioso hallazgo en el sótano.
En primera instancia Left Bank no es una película atractiva. Igual que las mencionadas, tiene un tono frío y distante, casi de auteur. Los personajes son presentados de forma casi documental y poco dibujada, aunque el director nos va abriendo el camino de mediante el uso de flashbacks, y meticulosos planos de paisajes detallando el entorno donde se desarrollará el horror. La fotografía es fría, saturada y húmeda, haciéndose uso de la humedad de los paisajes y de los tonos marrones y grises de los entornos. El sol, por razones que el espectador comprenderá, no hace su aparición hasta el final de la película.
Left Bank contiene una gran carga sexual. Las escenas de sexo son numerosas y explícitas. Los actores no tienen ningún reparo en realizar las escenas más arriesgadas. Y en lo que respecta a la violencia, ésta aparece en momentos muy puntuales, también tamizada por la frialdad del tono distante que sólo se rompe en el último tercio de la película. Ese es el mayor defecto del guión. Al espectador no se le ofrecen suficientes elementos para mantener su interés. En algunos momentos la película navega entre la obsesión y el drama, sin mostrar elementos fantásticos de suficiente entidad como para desarrollar un argumento interesante. No obstante, la cinta se crece ante el poderoso magnetismo sexual de la pareja protagonista y un desenlace netamente fantastique, mostrándonos finalmente que lo que estábamos viendo era una mezcla entre La Semilla del Diablo (Rosemary´s Baby, 1968) y El Hombre de Mimbre (The Wicker Man , 1976). Una interesante conclusión que puede que no interese a muchos aficionados, ávidos de un ritmo más rápido, pero si echamos un vistazo a los films reseñados anteriormente y a la cinta canadiense, The Wild Hunt (2009), temáticamente relacionada con Left Bank, observaremos que desde el tono hasta el trabajo de fotografía, la producción sigue un plan diseñado para otorgar una personalidad propia a una película que debe ir lentas porque el horror se gesta lentamente. En esta autoría no hay monstruos que aparezcan de repente para darnos un susto. El terror ha estado siempre entre nosotros. No son horrores ajenos a la naturaleza, es simplemente que el ser humano de este tiempo ha olvidado interaccionar con el mundo invisible que le rodea y shock de su encuentro con el llamado “horror cósmico” consiste en admitir el fatalismo al que estamos sometidos por fuerzas que nos superan y que siempre han estado ahí. Quizás Left Bank puede enseñarnos una interesante lección de cómo se puede terror de manera distinta. Lef Bank obtuvo el premio a mejor película en la 19ª edición del festival Fancine, de Málaga.
Me da que esta es un petardo antologico……Simple intuición, aunque leyendote, haces que parezca buena. La verdad es que tienes arte para contar cosas sobre una pelicula que en mi caso me importa un pimiento y conseguir que termine el articulo. Cuidate
No sé si te gustará, a mí mismo me dejó un poco frío pero me parece importante reseñarla porque es un tipo de cine de terror distinto. Como indico, hay una especie de tendencia en el cine europeo que navega por estos mares estéticos y formales, sólo va a depender de las ganas que tengas de ver una peli de terror lenta. Nada parecido a ojos sin rostro…ni a maniac. Anímate y la echas un vistazo!!!!