Tercera jornada en el Festival de Cine Fantástico de Cataluña, alias Festival de Sitges, y nos hemos enfrentado con películas de interés desigual que en la mayoría de los casos han decepcionado nuestras expectativas. Día de temática existencialista en general, con la proyección de uno de los títulos asiáticos más esperados, Exit 8, que también tiene lo suyo de existencial.
Esa cosa con alas y cómo superar una crisis personal
Ver Esa cosa con alas por la mañana fue una idea excelente, sobre todo porque la temática oscura y lúgubre de la película se nos iba a atragantar si la dejáramos para otro momento del día. La película está protagonizada por Benedict Cumberbatch y trata sobre el duelo que atraviesa una familia tras la muerte de la esposa del protagonista, madre además de sus dos hijos. El elemento fantástico esposa un cuervo que se aparece continuamente y que le fustiga de manera incesante.
Está claro que no es una película fácil para el público generalista, incluso para el más dispuesto puede ser un título un poco tedioso y de difícil digestión. Sin entrar en detalles técnicos sobre la atmósfera, muy conseguida, o sobre la interpretación de los actores, en especial del siempre excelente Benedict Cumberbatch, intentaremos ofrecer alguna luz al simbolismo que este título encierra.
El cuervo es un animal que puede comer carroña, un “lamedor de basura”, como afirma el propio animal en la película. A este punto añadimos que en el proceso alquímico, este animal simboliza la nigredo, el momento de la crisis existencial del individuo, o lo que los místicos llamaban la “noche oscura del alma”. Pero el cuervo aparece para ayudar y no para hundir a la persona que está atravesando ese proceso de extrema crisis. Este es el significado del animal y su inserción y uso en Esa cosa con alas no puede ser más acertada.
Esa cosa con alas ha sido una buena manera de comenzar el día. Después no tendríamos tanta suerte.

Eduardo Casanova y su particular forma de usar el cine fantástico en Silencio
Para el público de Sitges no es desconocido Eduardo Casanova, un joven realizador peculiar y particular como el solo que tiene a sus espaldas títulos como Pieles y La Piedad. En esta ocasión, en Silencio se sirve de la temática vampírica para ofrecer una impresión sobre los aciagos años ochenta, en los que el SIDA laminó no solo a una generación, sino que estableció un código de silencio sobre sus víctimas y circunstancias que afortunadamente fue roto por el colectivo LGTBI.
Para los fans de Casanova, Silencio es un festín, una parque de atracciones visual y referencial que disfrutarán con gozo. Salvando las distancias, Casanova se puede declarar heredero en toda regla de aquel Almodóvar de la época. El problema lo tenemos lo que no somos aficionados declarados de sus películas; su estilo y sus códigos son tan personales que resulta complicado llegar al fondo de la cuestión. Pero un servidor se pregunta si realmente hay un fondo mucho más allá de la evidencia del mensaje que evidentemente transmite, sinceramente, yo pienso que no.

Decorado, pieza de extremo existencialismo que adapta un corto de Alberto Vázquez
A Alberto Vázquez ya no le quedan más cortos por adaptar, Decorado ya ha sido su tercera adaptación tras Psiconáutas y Unicorn Wars. En esta última obra, el realizador vasco ahonda en el carácter existencialista de su propio corto, creando una película extremadamente pesimista y que acaba siendo una oda al nihilismo más tedioso. Técnicamente, la producción es tan impecable como las anteriores pero en cuestión de contenido repite una y otra vez el mismo mensaje, sin ofrecer un desarrollo claro y, lo que es peor, sin una solución o pregunta para el público.
Decorado se deja ver con facilidad en sus primeros dos actos, la denuncia social, la incomunicación, la búsqueda de la identidad individual y de los objetivos vitales están presentes a lo largo del metraje, la desesperanza y el pesimismo jalonan el guion. Pero en su última parte, la ausencia de una conclusión plausible no ofrece nada al público, ni siquiera preguntas, solo desazón.

Exit 8 o como dotar a la adaptación de un videojuego de argumento y contenido insuficiente
Las adaptaciones de videojuegos al cine siempre han procurado algo más que la mera simulación en pantalla del juego mediante la introducción de argumentos y personajes que dotaran de entidad a lo que debe ser un soporte para la historia, es decir, el videojuego. Todas las adaptaciones lo han intentado, y normalmente lo han conseguido con mejor o peor fortuna. Exit 8 es la adaptación del videojuego The Exit 8, que consiste en un simulador de paseo en el que el caminante perdido en un subtérraneo del metro deberá detectar las anomalías que encuentre por su paso y salir por la salida 8.
Creada la base para la película, que no es ni más ni menos que el argumento ya explicado, el filme, dirigido por Genki Kawamura -realizador de Monstruo-, propone la introducción de un personaje en plena disyuntiva moral que se encontrará en una situación realmente anómala. Es decir, se hayará de repente atrapado en el subterráneo de marras. El guion propone algunos giros y una historia de trasfondo que resultan insuficientes como para dar un adecuado sustrato a la historia. Sin embargo, la película, modesta en su alcance y factura, funciona sin querer ser ni pretender más de lo que es.
Lo mejor de la sesión fue la entrega del premio honorífico del festival a su carrera para el veterano director Joe Dante (Los Gremlins), que estuvo entre el público, recibiendo un sonoro homenaje. Un auténtico sorpresón.
