The Broken, crítica de la película protagonizada por Lena Heady
Título: The Broken. Año: 2008. Duración: 93′ Director y guionista: Sean Ellis. Reparto: Lena Heady, Ulrich Thomsen, Mevil Poupand, Richard Jenkins, Michelle Duncan.
The Broken es una película que nos hace pensar a aquellos que hemos esquivados los espejos cuando pasábamos por una habitación, que nos acicalábamos rápidamente en el baño por temor a enfrentarnos a nuestra propia imagen, intuimos que los espejos crean realidades paralelas a la nuestra, una especie de buena falsificación de lo que somos y nos rodea. Quizás sea al final y la persona que hay al otro lado del espejo piense lo mismo y quizás un día se rebele contra nosotros y nos reclame el derecho a ser nosotros mismos y no un mero doppëlganger que está condenado a estar encerrado en un panel de cristal. Desde los mitos antiguos, los espejos se han medido como una frontera a otro mundo que, en ocasiones era amable, y otros no. También los espejos, como sugería la película oriental El otro lado del espejo (Geoul Sokeuro, 2003), tienen poder para captar todo lo que somos nosotros en forma de registro, una especie de impronta que queda ahí para bien o para mal (por ahí hay gente que admite poner en su casa espejos que provengan de otros hogares). La superstición ante la imagen especular y el medio por el cual se transmite -el espejo- es antigua y podríamos hablar ampliamente sobre los temores que estos suscitan. Quizás, en el fondo, hay una complejo psicoanalítico de temor a enfrentar al propio yo, que surge como por arte de magia de ese vidrio azogado.
Tras esta introducción empecemos a contar qué es The Broken (2008). Esta magnífica cinta de Sean Ellis no es sino un remake inconfeso de La invasión de los ladrones de cuerpos (The invasión of the body snatchers, 1956) de Don Siegel, pero que usa los espejos como vehículo para que las criaturas procedentes de un averno más allá de este mundo puedan penetrar y suplantarnos de una forma más que violenta, que contrasta con la «limpieza» con que los alienígenas eliminaban a sus coetáneos humanos en la película clásica.
La invasión de los ladrones de cuerpos ha sido versionada en tres ocasiones mediante remakes oficiales: La invasión de los ultracuerpos (The invasión of the body snatchers, 1978) por Philip Kaufman, que consiguió un extraordinario resultado gracias sobre todo al trabajo de los actores principales Donald Sutherland, Brooke Adams y Leonard Nimoy. Body Snatchers, secuestradores de cuerpos (Body Snatchers, 1993) de Abel Ferrara está ambientada en una base militar y nos narra la invasión extraterrestre a través de los ojos de un niño, siendo la rigidez de las normas de comportamiento en el recinto militar las que confunden el comportamiento de los alienígenas con el de los humanos. Lo más destacable son las clonaciones de los humanos y la impresionante belleza de Gabrielle Anwar. Invasión (The Invasion, 2008) protagonizada por Daniel Craig y Nicole Kidman es la tercera revisión de la cinta de Don Siegel, un remake quizás innecesario porque aporta poco a las visiones ya existentes y sólo sirve para el lucimiento de sus protagonistas.
La fotografía de The Broken es fría, necesaria para contar el relato que tenemos entre manos, un marco imprescindible para retratar salas de hospital donde ¿se cura? a pacientes amnésicos, apartamentos de lujo donde las personas se comportan como seres sin emociones y, en definitiva, un mundo que se va vaciando de alma a pasos agigantados a medida que los demonios del otro lado del espejo van suplantando a sus dobles humanos. Aparte de la fotografía hay otros elementos que, sin ser efectistas, consiguen sumergirnos en esa particular atmósfera: muchas de las secuencias transcurren en los cuartos de baño -sitios en los que nos relacionamos más a menudo con nuestros dobles del otro lado-, la aparición de forma habitual de agua en forma de lluvia o goteras -a fin de cuentas el agua también nos ofrece nuestro reflejo-, primeros planos de los protagonistas mirándose al espejo, pupilas de color azul acuoso. Todos los detalles nos remiten al siguiente concepto narrativo: la frialdad y asepsia de un mundo que va perdiendo su identidad a favor del vacío de precede al Caos; Caos entendido como antagonista del Bien y destructor de aquello construido desde la bondad y la luz.
Existen dos diferencias fundamentales entre este film y las mencionadas versiones (dos de ellas ya clásicos indiscutibles): la primera es que es la forma en que el realizador introduce el horror cósmico y lo conjuga con técnicas de horror convencionales como los ambientes hospitalarios o los lujosos apartamentos de ciudadanos aburguesados; ambas características son básicas e imprescindibles para el desarrollo argumental del film. Si en un principio creemos estar ante una variante de Reflejos (Mirrors, 2008) de Alexandre Aja, un oportuno giro argumental nos devuelve al terreno de la ciencia ficción y sucesivamente. La otra es que la producción del film es británica -no americana- y esto se nota en la forma de narrar la historia y los elementos de background.
Podríamos pensar que el tiempo de los grandes remakes ha pasado y el cine debe volver a contar las mismas historias de formas distintas. Las carteleras no dan muestras de agotamiento en este sentido pero películas como The broken son ejemplos a seguir en el camino de una creación cinematográfica que debe contar con nuevos elementos y aunarlos con el clasicismo, volviendo a tratar los miedos atávicos una y otra vez, pero para hablar de estos miedos debemos usar necesariamente la creatividad y no el plagio.