Crítica: Zombis Nazis (Dead Snow), de Tommy Wirkola
Título: Zombis Nazis (Dead Snow). Año: 2009. Duración: 90 minutos. País: Noruega. Director: Tommy Wirkola. Tommy Wirkola, Stig Frode Henriksen. Reparto: Jenny Skavlan, Ane Dahl Torp, Stig Frode Henriksen, Bjørn Sundquist, Charlotte Frogner
La primera película de Tommy Wirkola fue una parodia de Kill Bill (Kill Bill, 2003) de nombre Kill Buljo: The Movie (2007). Poco más sabemos de la biografía de Tommy Wirkola, director de Zombis Nazis (Dead Snow), pero lo que sí queda claro tras el visionado de su último film es que él siempre quiso tener su propio «Ejército de las Tinieblas». Y como los sueños a veces se hacen realidad, el realizador noruego se puso manos a la obra…pero ¿cómo sería ese ejército de las tinieblas? Maestro entre maestros, Sam Raimi guía la película en el aspecto formal, sin embargo se necesita algo más que un puñado de esqueletos tocando tambores para asustarnos ¿Qué representación del mal está incrustada de una manera decisiva en el «consciente» colectivo de la sociedad europea? La historia contemporánea de su país nos lo pone en bandeja: NAZIS. Los nazis son, igual que las representaciones de los esqueletos y demonios decimonónicos, para el imaginario fantástico, un icono de maldad que aún se acerca desde la leyenda a la triste realidad de historia más reciente de Europa. Todos sabemos que los nazis son (eran) muy malos. Ahora imaginaos que además son zombies. El panorama no puede ser más aterrador. También imaginaos que hace años que no veis una comedia gore de buena factura. Pues todo esto y mucho más es Dead Snow. Una película que además nos muestra la buena forma en la que se encuentra el cine fantástico noruego, después de los sangrientos slashers Fritt Vilt (2007) y Rovdyr (2008) y otros títulos que nos quedan por llegar.
Tras la consabida presentación de los personajes protagonistas típicos de un slasher estudiantil: excursión de jóvenes un tanto descerebrados y con hormonas a flor de piel, rubias neumáticas, freaks y vigorosos deportistas; un personaje irrumpe en el guión, un montañero que revelará a los protagonistas la naturaleza maligna del terreno donde están pasando el fin de semana, y será por esa revelación por la que acabará asesinado a golpe de bayoneta por el grupo de nazis convertidos en zombies, merced a una maldición que les hará vagar eternamente, protegiendo el tesoro que su codicia les llevó a sustraer a la población local.
Lejos queda en la historia del cine la utilización del nazi como monigote a disparar o NPC (No Player Character) en las películas de hazañas bélicas que poblaron las pantallas en los años 60, o como encarnación del sadismo y la perversión sexual en el exploit europeo de los 70. A este respecto sería interesante rescatar para su visionado cintas como La Última Orgía de la Gestapo (L´ultima orgia del III Reich, 1977), Ilsa la Loba de las SS (Ilsa, She Wolf of the SS, 1975) o la menos conocida El Pasaje (The Passage, 1979). En Dead Snow el nazi es recuperado como monstruo fantástico embutido en personajes (zombies) que hacen verdadero honor a la herencia diabólica del Tercer Reich.
Hay otra razón por la cual los nazis se recuperan para el imaginario fantástico, también basada en hechos reales y que apelan al carácter esotérico de la ideología nazi: ciertas actividades del Tercer Reich, especialmente las relacionadas con la ciencia de vanguardia, la magia negra y el ocultismo. Probada históricamente, esta intrahistoria es campo abonado para elaborar las historias más fantásticas que nos podamos imaginar sobre la dominación del mundo, la búsqueda de la raza perfecta, la creación de ingenios militares, la búsqueda del Arca de la Alianza y otros tesoros gnósticos. Este principio es aprovechado con brillantez en la reciente producción inglesa Outpost (2007) donde un grupo de mercenarios se ve involucrado en una terrorífica aventura en pos de la tecnología que haría posible crear soldados invencibles al régimen hitleriano.
La premisa del tesoro maldito de la que parte Zombis Nazis (Dead Snow) no es nueva, ya fue utilizada en otras películas como La Niebla (The Fog, 1980) de John Carpenter, en la que una maldición mantiene atados a un grupo de repudiables piratas no-muertos a los tesoros que han sido objeto de sus desmanes en vida y de la perdición de sus almas en la muerte, o en la infantiloide Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, 2003).
En el aspecto formal Zombis Nazis (Dead Snow)es deudora del cine de Sam Raimi, sobre todo de Posesión Infernal (Evil Dead, 1982) y El Ejército de las Tinieblas (Army of Darkness: Evil Dead III). Numerosas secuencias nos recuerdan a estos films: el duelo final entre dos protagonistas y el ejército zombificado nazi, el acoso en la cabaña o la pelea a mamporros entre un zombie y otro de los protagonistas, sazonadas con un sentido del humor y gore propio de la primera etapa de este realizador, pasado por el tamiz de la modernidad. Hilarante es aquella secuencia en el que previa a la decapitación de un nazi le es mostrado, para más escarnio, el símbolo de la hoz y el martillo.
El público encuentra también su identificación en el personaje de un freak que lleva puesta una camiseta de la película Braindead, tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1991) y cuya muerte hace honor al gore que se gasta el film que es homenajeado. Otro guiño (y concesión) al público es la escena de sexo entre el citado freak y una de las chicas protagonistas, escena que se agradece a la postre puesto que lo que viene a continuación es una auténtica orgía de sangre, diversión y desmembramientos.
¿Comedia gore? ¿Película de nazis? ¿Slasher de descerebrados estudiantes? Todo eso y mucho más en Zombis Nazis (Dead Snow), un film que resulta una bocanada de aire fresco, quizás no tanto por la originalidad de su planteamiento sino por el buen uso que se hace de las referencias fantásticas y de la incorporación definitiva del nazi al imaginario fantástico, esta vez en forma de muerto viviente. No hay reinvención del género sino sangrienta y edificante mezcla de sus numerosas variantes y recursos. Esperamos que este ejercicio de calidad Tom Wirkola le sirva para despegar definitivamente al cine independiente de qualité.
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Como dices totalmente deudora del cine de Sam Raimi. No es que sea un cine que me entusiasme, pero la verdad es que su capacidad para reirse de si mismo, le hace ser entretenido. Vamos que estas cosas, por lo general me gustan. Por cierto los Zombis bastantes conseguidos y hay un par de escenas, cuando aparecen en formacion, francamente buenas. Saludos
Los últimos veinte minutos son apotéosicos jaja, a ver que tiene entre manos ahora Wirkola, creo que ya le han fichado al otro lado del charco. Entre las memeces de comedias gore que se ven ahora en los festivales, ésta es como un oásis en mitad del desierto. Saludos.