Crítica del cortometraje 72%
Título: 72%. Año: 2017, Duración: 20 min. País. España. Dirección: Lluís Quílez. Guion: Lluís Quílez, Sandra Soriano. Música: Iván Céster, Javier Bayón. Fotografía: Alberto Bañares. Reparto: José García, Florin Opritescu, Francesca McGill, Ferran Gadea, Diaryatou Daff.
Los textos explicativos con lo que comienza 72% nos adelantan que estamos frente a una obra con contenido ecológico explícito. 72% es el porcentaje de agua que contiene el cuerpo humano, pero no solo es un elemento esencial para nuestra vida, el agua es necesaria para el funcionamiento de los sistemas en los que vivimos, es lo que hace que éstos no terminen convirtiéndose en un desierto inhóspito. Así arranca este cortometraje dirigido por Lluís Quílez, realizador que ya triunfó en una anterior edición de Cortopilar con su cortometraje Graffiti.
72% es una alegoría servida desde el primer momento. En el paisaje yermo donde se desarrolla la acción coexisten varios personajes de distinta edad, raza e indumentaria, conjunto que simboliza a la diversidad étnica y cultural del planeta. Una botella de agua se llena lentamente con gotas que caen del cielo. Una señora mayor, de piel arrugada y castigada por el sol, se encarga de repartir el agua cada vez que la botella está llena. Sin embargo, la cantidad que les regala el cielo no es suficiente para su supervivencia y los personajes fallecen uno a uno. A mitad del cortometraje una vaca acude a beber del pequeño charco que acumula el agua, pero uno de los personajes se lleva a la vaca para que no siga bebiendo un líquido que los humanos se otorgan como propio.
A poco que hurguemos en el simbolismo de este cortometraje encontraremos una dura lectura sobre el presente y el futuro próximo de nuestro planeta. El paraje desértico representa al paisaje futuro de la Tierra, agrietado y seco, golpeado sin piedad por el cambio climático. Será un planeta donde la humanidad deberá aprender a gestionar los recursos de manera equitativa, y aun sabiendo que esas escasas medidas servirán para poco, será nuestra paulatina desaparición la única forma en la que nuestro hogar podrá volver a regenerarse de nuevo. Un duro mensaje el que transmite 72%.
72% está filmado en formato panorámico y cuenta con una cuidada fotografía que subraya los colores ocres y amarillos, transmitiendo una árida sensación de desolación y angustia, que viene acrecentada por el angustioso trasiego de una maltrecha botella de agua que pasa cíclicamente de boca en boca por cada uno de los sedientos protagonistas. La visión de este aterrador futuro –que ya es presente en muchas partes del planeta- planteado por el cortometraje 72% se refuerza aún más con una banda sonora monótona y atmosférica, de tono apocalíptico.
La duración de 72% es de veinte minutos, un formato que incomprensiblemente va camino de convertirse en el estándar de duración para los cortometrajes profesionales. A pesar de su larga duración y de la monotonía de los sucesos de 72%, Lluís Quílez maneja el cortometraje con buen pulso narrativo, lo que hace que la propuesta sea estimulante y dé tiempo al espectador a absorber toda la didáctica contenida en esta cruda alegoría sobre un futuro que quizás estemos ya lejos de poder cambiar.
72% ha sido nominado a los premios de Mejor Dirección, Mejor Guión, Mejor de Dirección de fotografía y Mejor Maquillaje y Peluquería del Festival Internacional de cortometrajes de Pilar de la Horadada (Cortopilar).
