crítica when the lights went out

Crítica: When the lights went out

Título: When the lights went out. Año: 2012. País: Reino Unido. Duración: 87′  Director: Pat Holden. Guión: Pat Holden. Música: Marc Canham. Fotografía: Jonathan Harvey. Reparto: Kate Ashfield, Steven Waddington, Tasha Connor, Andrea Lowe.

Estamos viviendo una auténtica eclosión de filmes inspirados en todo tipo de manifestaciones demoníacas, posesiones satánicas y poltergeist, cuyas raíces culturales modernas –y por ende cinematográficas- están en uno de los títulos imprescindibles del siglo XX, El Exorcista (The Exorcist, 1973), firmado por el peso pesado William Friedkin. Esta película relataba con gran realismo la posesión demoníaca de una niña de ciudad, ajena a los devenires religiosos, hija de una madre divorciada de cultura laica. Como pudimos concluir en esa cinta, a pesar de no creer en el demonio, nadie está a salvo de su influencia.

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Cuando parecía que nada podría igualar a lo visto en El Exorcista y cualquier intento de parecerse a este legendario título resultaba ser un auténtico desastre artístico, el realizador Scott Derrickson escoge como segundo trabajo El Exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005), película que abre la veda a la creación y consolidación de un subgénero que parece que tenga entidad propia y una legión de fans tras él: el de las posesiones demoníacas, y por extensión, el de los poltergeist y casas encantadas por espíritus malignos. Dentro de esa pléyade de títulos que inaugura Derrickson hay algunos que han salido adelante con mejor o peor fortuna, e incluso el mercado independiente se ha lanzado a sacar alguna producción de este tipo. Este es el caso de When The Lights Went Out (2012), una producción británica de presupuesto ajustado que nos regala unos buenos momentos de terror.

Inspirada en sucesos reales –o al menos eso dicen de la mayoría de las cintas de este subgénero-, trata la historia de una familia de clase obrera que se traslada a una casa donde parece pulular el espíritu de una niña juguetona, pero que va desvelando con el tiempo un cariz más agresivo hacia la hija adolescente de la familia. Como sello identificativo de este argumento, y según comentan los productores, en el caso real se producían movimientos de lámparas y largos apagones motivados por el espíritu que habitaba en la casa, de ahí el título del filme.

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When the lights went out presenta como novedad la incorporación de una estética de época, y no victoriana precisamente, como muchos podrán pensar cuando se habla de “estética de época”, sino setentera, cuidada en sus más mínimos aspectos, desde el look de los personajes hasta los enseres de la casa y la ambientación de pubs y otros elementos urbanos, lo que ubica a la historia en un momento muy concreto: la crisis económica que azotó al Reino Unido en los años 70.

La tensión terrorífica encuentra un punto de inflexión en un chapucero exorcismo que lleva a cabo el cura local, impregnando a la película con un tinte de comedia innecesario, que rompe el crescendo de la cinta, momento que se ve compensado por la escena de la sesión de espiritismo, tan simple en su puesta en escena como aterradora. A esto hay que añadir un puñado de buenos momentos que terminan con un final un tanto granguiñolesco pero adecuado a la propuesta de Pat Holden, su realizador.

When Lights Went Out es un ameno ejercicio de terror casero, donde los sucesos paranormales logran logran conjurar el escenario menos apacible de todos: la intromisión de lo sobrenatural en la vida cotidiana y sus consecuencias en el drama familiar; en definitiva la subversión del orden establecido en pos de algo desconocido, caótico y maligno, un miedo atávico que es realmente lo que nos hace estremecer.crítica when the lights went out

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