vals con bashir dvd

Crítica: Vals con Bashir, de Ari Foldman

Título: Vals con Bashir (Waltz with Bashir). Año: 2008. Duración: 87′. País: Israel. Director: Ari Folman. Guión: Ari Folman. Música: Max Richter.

La muerte del llamado «periodismo de trinchera» tuvo lugar durante la Primera Guerra del Golfo Pérsico, coincidiendo con el mandato en EE.UU. de George Bush. Los testimonios de los periodistas freelance desaparecieron, dejando lugar a una visión más tecnológica de la contienda; ahora las fotografías de soldados disparando sus fusiles a medio metro del fotógrafo eran sustituidas por el ojo de la cámara de un misil teledirigido, unos encuadres en blanco y negro con una cruz en medio, que se acercaban a su objetivo y ahí contemplábamos como éste estallaba con un eco mudo, sin sonido. La lejanía con la que veíamos esa guerra contrasta con la vívida sensación que nos producían los informes de la Guerra de Bosnia o los reportajes -hoy documentales- de contiendas más alejadas en el tiempo como la Guerra de Vietnam.

El secuestro de la información en una contienda bélica es un arma poderosa cuyo fin es la de manipular la opinión pública, domesticarla para que le sea más digerible traicionar la lógica pacifista  en la que somos educados desde la educación primaria. Pero hay otra víctima aún más cruel de esta estrategia mediática, la memoria. Ésta es la facultad que hace que las sociedades aprendan de sus errores; sin la memoria, una sociedad está condenada a repetir sus errores una y otra vez, llevada de la mano de aquellos a los que les interesa manipular los recuerdos colectivos, o simplemente enterrarlos.

Vals con Bashir (Waltz with Bashir, 2008) trata sobre la memoria, la memoria de un soldado que participó en la Guerra del Líbano durante los años 80. Este soldado es el mismo director de la película, Ari Folman. Los recuerdos sobre esta guerra, y concretamente sobre uno de sus episodios más luctuosos, la matanza de Sabra y Chatila, en la que las milicias cristianas apoyadas por el ejército israelí perpetraron el asesinato a sangre fría de miles de refugiados palestinos.

vals-con-bashir-guerra-del-libano

El realizador de la reciente The Congress (2013) realiza un viaje introspectivo a sus recuerdos, y para ello utiliza materiales de lo más diverso. El periplo de Vals con Bashir comienza por la entrevista que mantiene con uno de sus compañeros de armas, atormentado en sueños por la presencia de una jauría de perros. Este acontecimiento, que el compañero considera vinculado al papel que jugó durante la ofensiva en el país árabe, despierta en Folman una catarata de recuerdos que se le muestran también en forma de sueños, mediante surrealistas imágenes de mujeres gigantes que nadan en el agua, o episodios en los que Folman y sus compañeros aparecen desnudos en una playa nocturna bajo un enorme resplandor. Y dado que el carácter de estos  materiales es escurridizo y difícilmente interpetrable, Folman decide extender su investigación a modo de terapia psicoanalítica, recabando los testimonios de los que fueron sus compañeros de armas. Hay lagunas en su memoria, y Folman sospecha que se debió a un trauma ocurrido en un algún momento de la masacre en los campos de refugiados. El testimonio de uno de los entrevistados, la psicóloga a la que el realizador entrevista, le cuenta de uno de sus pacientes que pudo sobrellevar el horror de la guerra durante mucho tiempo gracias a que asumía que os hechos a su alrededor eran sólo una película; tras ser testigo de la masacre de los caballos del hipódromo de Beirut, esa cámara ficticia se rompió y toda la realidad reprimida derribó sus barreras, creándole un dolor aún más intenso. En el cine, igual que en los vídeos de los misiles teledirigidos que coparon los noticiarios durante la Primera Guerra del Golfo, la distancia del espectador con el sufrimiento es enorme, y la memoria y el testimonio de los protagonistas queda relegado, dejando al espectador sentado en su cómodo sillón, ajeno a una realidad más emocional y cercana, más empática y por ello poco interesante para los objetivos de manipulación de la opinión pública. Folman busca precisamente esa realidad cruenta pero necesaria para la sanación de su conciencia.

vals-con-bashir-ari-folman

Vals con Bashir discurre entre fragmentos de entrevistas y secuencias episódicas del relato de su participación en la guerra. Las imágenes duras y atroces -pero pasadas por el tamiz de la animación- se suceden con más frecuencia a medida que el director consigue recuperar los fragmentos de su memoria que han sido apartados a nivel muy bajo del subconsciente, reinterpretando el material onírico a elementos reales; los símbolos que poéticamente aparecen en las primeras secuencias del film nos ofrecen su significado a medida que Foldman construye los acontecimientos gracias al testimonio de sus camaradas. Poco a poco, la narración surrealista con la que comenzó la película se transforma en un testimonio de primera mano sobre los acontecimientos políticos y militares que rodearon uno de los hechos más graves protagonizados por el estado de Israel, la ya mencionada matanza de Sabra y Chatila, que tuvo por protagonista -y así aparece en el film- al que luego sería primer ministro israelí, Ariel Sharon. El culmen de este relato se encuentra en los últimos minutos del metraje: las secuencias virtuosamente animadas por el ilustrador David Polonsky dejan paso a material videográfico real y ajado, el rodado tras la masacre en el campo de refugiados. Tan sólo un minuto de imágenes antiguas, gastadas y descoloridas, de planos cortos y contenido explícito trasladan al espectador a un abrupto final del viaje; se acaba el lirismo de las ilustraciones y nos encontramos con los contundentes hechos que han permanecido ocultos en la memoria de Ari Folman.

Vals con Bashir perros

El puzle de su memoria ha sido recompuesto y el espectador ha sido testigo de un viaje interior a un conciencia aplastada bajo el peso de la culpa, pero no es Ari Folman el único que ha cambiado desde que la película comienza hasta que termina. El público ha sido transportado desde el cómodo hábitat del simbolismo y la narración surrealista, hasta el testimonio del dolor de los demás. El hábil juego que plantea Folman en Vals con Bashir, y al que el espectador, seducido por la belleza y la empatía de las imágenes animadas, admite participar, le traicionan en última instancia y cae en la trampa de la visión de la realidad sin disfraces, de una visión en plano corto sin edulcorantes. Y es gracias a esta hábil estrategia por la que -a pesar de los indudables méritos artísticos que tiene Vals con Bashir- es una obra redonda en cuanto a la narración.

Vals con Bashir se convirtió en una novela gráfica. El lanzamiento (en España por la Editorial Salamandra) ha catapultado a la versión en papel de la película como un clásico imprescindible en las estanterías de las tiendas de comics. Al contrario que ocurrió con la novela gráfica Persépolis  -con la que comparte cierta similitud geográfica, aunque no en fondo ni en forma-, que aprovechó su éxito para convertirse en una película, Vals con Bashir adopta el formato en celulosa para aprovechar el excelente trabajo de ilustración realizado por David Polonsky y demostrar que el pulso narrativo que plantea Folman es tan versátil que puede admitir otros tipos de formatos. Se dice que Polonsky, que es diestro, realizó los dibujos con la mano izquierda para que no quedaran tan perfectos. Recordemos también que para un diestro, la mano izquierda es la que representa su insconsciente, y esa quizá sea la razón de fondo que hay en la decisión tomada por Polonsky, la necesidad de conceptualizar una obra marcada por un punto de partida etéreo y escurridizo, pero a la vez completo en su contenido, aunque éste sea simbólico.

Vals con Bashir ha sido reeditada por CAMEO, una estupenda noticia ya que el título estaba completamente agotado y encontrarlo en las tiendas era casi un milagro. Además, se ha editado una versión en bluray que nos hace disfrutar aún más si cabe de la experiencia del visionado de esta excelente película.

2 COMENTARIOS

  1. Una película impactante, sobre todo por ese contraste que mencionas entre el surrealismo inicial y la realidad más cruda y absurda de la guerra. El hieratismo de la animación, prácticamente monigotes, parece evocar a un deseo de huida mental y moral (obviamente imposible) de un conflicto que atenta contra toda razón y humanidad. Original e interesante, sin duda,

    • Para mí, uno de los hitos de la animación de estos últimos años. Vamos a esperar a The Congress, que la ponen en Sitges. Además, The Congress está basada en la novela de Lem, que es una de mis favoritas de ciencia ficción.

Responder a Alfredo Paniagua Cancelar respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí