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Crítica de Maniac, de William Lustig, con Joe Spìnelli

Año: 1980. Duración: 87’ País: EE.UU. Director: William Lustig. Guión: C.A. Rosenberg, Joe Spinell. Música: Jay Chattaway. Fotografía: Robert Lindsay. Reparto: Joe Spinell, Caroline Munro, Abigail Clayton, Kelly Piper, Rita Montone, Tom Savini, Hyla Marrow.

Al psicópata de Maniac (1980) se le ve el rostro desde el principio de la película. No hay intención de ocultarlo, todo lo contrario, ya que esto le sirve a su director William Lusting para desarrollar un retrato sociopático descarnado, exagerado y febril de Frank Zito, interpretado con gran maestría y profundidad por Joe Spinell -alma mater de la función junto a Lustig-, el cual ejerce también labores de guionista y productor de este brutal producto. William Lustig fue el abanderado del gore más underground al otro lado del charco en el comienzo de la década de los ochenta con obras como Maniac Cop (1988), de título “casualmente” similar al que nos ocupa, y de temática similar. En la actualidad las películas reseñadas pueden comprarse en formato bluray editado por el sello Blue Underground, cuyo gerente no es ni más ni menos que el propio William Lusting; ahí está todo un hombre de cine underground. Entre los títulos de crédito encontramos a Tom Savini, habitual de las películas de terror de serie B y, aparte de actor, maquillador y responsable de los efectos especiales, no sólo de esta cinta, sino de los legendarios zombies de George A. Romero y de otras obras gore de la época. Savini tiene una breve intervención en la que será víctima grandguiñolesca de sus propios efectos especiales cuando le vuelen la cabeza de un disparo. Para terminar de reseñar lo más del elenco, destacar la presencia de Caroline Munro, chica Bond en La Espía que me Amó (The Spy who loved me, 1977) que interpreta a una guapa y femenina artista a la que el asesino intentará seducir portándose como un “caballero”.

Lejos quedan los asesinos rurales que ensartan a los turistas fisgones en horquillos y aperos de labranza. En Maniac, Frank Zito es un asesino urbano, con motivaciones muy diferentes, entre las que se adivina un fuerte complejo edípico y quizás un trauma postvietnám, siendo el primer factor totalmente evidente y explícito, mientras que el segundo se adivina por la chaqueta militar que viste en sus crímenes, y una referencia a la película Apocalypse Now (1979) en los retretes donde será asesinada una de las víctimas. Esta generación de asesinos venidos del conflicto indochino no es nueva, ya Taxi Driver (1976) de Martin Scorcesse nos mostró la honda herida dejada en el espíritu de los excombatientes, que tras el servicio en el país asiático volvían a la jungla de asfalto de sus ciudades, desorientados, sin raíces ni vínculos familiares, viviendo en un entorno diferente a la selva vietnamita pero silenciosamente agresivo a su psique.

Entre las décadas de los setenta y los ochenta, en plena decadencia de las urbes norteamericanas, cuando los suburbios eclosionaban sin control y la delincuencia campaba a sus anchas –Lustig se hace eco de esta circunstancia en su película Vigilante (1983)– surge una nueva generación de asesinos. Serial killers como “el asesino del zodíaco” –Zodiac (2007) de David Fincher- o “el hijo de Sam” –Summer of Sam (1999) de Spike Lee- y más prematuramente “el estrangulador de Boston” –The Boston Strangler (1968), de Richard Fleischer, con quien Frank Zito comparte el mismo look – daban cuenta de parejitas retozando en sus coches o de chicas que vivían solas. El rasgo común de estos asesinos con sobrenombre es la sociopatía y el entorno decadente en el que se mueven, suburbial y feísta. Normalmente asesinaban a mujeres de unas determinadas características físicas y se llevaban alguna prenda como trofeo. Frank Zito va más allá y arranca el cuero cabelludo a sus víctimas para implantárselo a martillazos a unos maniquíes que le sirven de compañía, mientras echa de menos a la anhelada madre que él mismo asesinó estrangulándola. Esta macabra operación consistente en otorgar un rasgo orgánico al maniquí inanimado es una forma de dotarles de vida, de posesión, para que siempre permanezcan con él las mujeres a las que asesina.

El modus operandi de Frank Zito en Maniac es de lo más variopinto y pone en él un celo que realmente llega a asustar. Pocas veces se han visto en la pantalla estrangular con la saña con la que lo hace el personaje de Joe Spinell. Sus ojos saliéndose de las órbitas o el cruel jugueteo a que somete a sus víctimas antes del asesinato son hipérboles de momentos vistos en otras películas, pero pasados por el tamiz de un grafismo casi pornográfico y una estética barroca muy lograda que se regodea en el fetichismo más enfermizo. La forma de ejecutar los crímenes no es apta para cualquier estómago, y no me refiero a la cantidad de sangre –falsa- con que se baña cada asesinato, sino a la inquina que Zito/Spinell pone en ellos. El desdoblamiento de su personalidad es interpretado de forma dolorosa, como un Jeckyll y Hyde que llegado el momento del crimen, no sabe de compasión y ejecuta su acción con los más variados métodos, aunque sin duda el más espectacular es el asesinato realizado con la escopeta recortada. Para la época, la sala de proyección se debía quedar muy impresionada al contemplar algo tan gore. Y no digamos el final, puro grand guiñol pesadillesco con tintes de orgía zombie. Totalmente impagable esta película por lo extrema, bien interpretada y bien planteada que está.

La filmografía de William Lustig es un tesoro a rescatar. En activo tras las cámaras hasta 1997, en la que rodó Muerto el 4 de Julio (Uncle Sam, 1997), tiene un puñado de títulos que harán las delicias de los aficionados que están empezando a aburrirse del gore digital y los torture-porn films –ahí tenemos la vacuidad de la saga Saw– que no son más que un catálogo de crueldades sin sentido alguno. Maniac es su primer título y una buena forma de empezar. Eso sí, hay que agarrarse a la butaca y dosificarse o alguno acabará como Frank Zito.

7 COMENTARIOS

  1. Sólo decir, como neófito de este género, que la psicopatía siempre tendrá cabida en el séptimo arte. Y si está bien estructurada y realizada como es esta película nos sorprenderá magníficamente. Saludos.

  2. Esta si la vi y la verdad es que es mala, mala de narices diría yo. Pero sin el encanto de lo cutre, vamos que no me gusta, resumiendo la parrafada que te pensaba soltar.

    La que si me gusto fue la anterior, ojos sin rostro. Todo un descubrimiento de frialdad exquisita. Esa si estaba realmente bien. Saludos y cuidate

    • Como sabía yo que Maniac te iba a abrir las carnes. Está claro que no es una obra preciosista pero el dibujo que hace del psicópata (al que no le falta de nada: complejo de edipo, impotencia, esquizofrenia…) me parece muy interesante. Y los efectos especiales de Savini muy logrados dado el bajo presupuesto de la cinta.

      Sobre Ojos sin rostro, estoy pendiente de la edición que decía mi colega en un comentario que hizo a la entrada Creo que valdrá la pena gastar las pelas en ese dvd. Por cierto, estoy intentando localizar la trilogía de Herzog: el dorado, Fitzcarraldo y Cobra Verde, a ver qué ediciones en blu ray hay en el mercado, merecerá la pena tenerlas también. Saludos!!

  3. La de ojos sin rostro la vi en ingles, no encontre digamos que por medios gratuitos la edición española. En cuanto a lo de maniac, pues que intentaras defenderla, seria como yo intentando en mi blog, explicar por que me gusta The Rocky Horror Picture Show. Saludos y esa edición de Herzpg, estar bien. A mi hasta cobra verde me gusta….. Cuidate

  4. Rescate al amanecer y no estaba mal. Tenia una estetica, como de pelicula de los años 80 realmente curiosa. Entretenida y bastante real la forma en que es tratado el tema de los prisioneros, de la fuga y tal. Aunque como digo antes, lo que mas me sorprendio fue la estetica que resulta chocante. No esperes una maravilla, pero si que esta bastante bien. SAludos

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