critica i spit on your grave 2010

Título: I Spit on Your Grave. Año: 2010. Duración: 107 min. País: Estados Unidos. Director: Steven R. Monroe. Guión: Stuart Morse (Remake: Meir Zarchi). Música: Corey A. Jackson. Fotografía: Neil Lisk. Reparto: Sarah Butler, Chad Lindberg, Daniel Franzese, Tracey Walter, Rodney Eastman, Jeff Branson, Mollie Milligan, Saxon Sharbino, Amber Dawn Landrum.

Crítica: I Spit on Your Grave, de Steven R. Monroe, con Sarah Butler

Una bolsa de vil basura llamada «La Violencia del Sexo» se exhibe en los cines de Chibado esta semana. Es una película tan enferma, condenable y despreciable que me cuesta creer que esté viéndose en salas respetables(…) verla fue una de las experiencias más deprimentes de mi vida.

El crítico norteamericano del Chicago Sun, Roger Ebert, despachaba así la reseña de I Spit on Your Grave (1978); era el 16 de julio de 1980, cuando la película dirigida por Meir Zarchi se estrenaba en los cines norteamericanos creando una polémica que aún hoy no ha sido zanjada pese los ríos de tinta que ha provocado este atrevido y polémico título, que también cuenta  con indudables valores cinematográficos. Provocadora y violenta como ella sola, la cinta, también conocida como La Violencia del Sexo o Day of the Woman,  está protagonizada por Camille Keaton, nieta de la estrella del cine cómico Buster Keaton. La película se adhiere a la moda de un subgénero del thriller norteamericano conocido como rape & vengeance, muy en boga durante los años 70, en plena eclosión de ese fenómeno que llamado American Gothic -A. G. es básicamente todo el cine de terror norteamericano desde la creación de La Noche de los Muertos Vivientes hasta principios de los 80-. Las películas rape & vengeance siguen un esquema narrativo común a un buen puñado de títulos de la época, y sobre todo a su pieza fundacional, La  Última Casa a la Izquierda (Wes Craven, 1972); esa cinta y otros títulos como A Cruel Picture (Bo Arne Vibenius, 1973), Scum of the Earth (S. F. Browning, 1974), Axe (Frederick Friedel, 1974), La mano oculta del crimen (Richar T. Heffron, 1976) o Lipstick (Lamont Johnson, 1976) cuentan con argumentos en los que normalmente una mujer es objeto de una brutal agresión sexual y dada por muerta; la víctima sobrevive y comienza una metódica y cruel venganza. El exploit italiano de los 70 también contaría con sus propias versiones rape & vengeance con títulos como Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco, 1980) o Violación en el último tren de la noche (L’ultimo treno della notte, 1975).

La película de Meir Zarchi era dura, seca, abusando de los planos largos, la cámara fija y exhibía un estilo tosco y acaso primitivo, al que se unía la ausencia de score. Premeditadamente se rehuía del morbo en la larga escena de la violación, incidiendo más en las consecuencias físicas e inmediatas de ésta (moratones, suciedad, sangre) que en el ritual y el voyerismo que pudieran provocar cualquier tipo de estímulo sexual en el espectador. Por añadidura, el aftermath de la violación nos ofrece a una protagonista que supera una suerte de muerte iniciática, vagando desnuda entre las flores del campo, encuadres que cuentan con una puesta en escena perturbadora a la par de preciosista. Marcando como punto de corte la eventual muerte del personaje principal, el filme comienza una nueva etapa en la que la sequedad de la violencia seguirá siendo una constante, pero ahora el rol del macho dominante y va a ser sustituido por el de un matriarcado castrador y vengativo contra la opresión masculina.

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La explosión de la estética de la violencia en las películas norteamericanas de los años 70 tiene su origen mediático en la Guerra de Vietnam: en los noticiarios que los norteamericanos veían todas las tardes en casa y en los testimonios de aquellos que regresaban, lisiados o traumatizados, del conflicto vietnamita. Un factor más a añadir, decisivo, para comprender el contexto ideológico de películas como I Spit on Your Grave, es el choque entre la mentalidad urbanita y la mentalidad rural. Si en las grandes ciudades norteamericanas la contracultura barría a los valores tradicionales a base de liberación femenina, drogas y nuevas ideas políticas que coqueteaban con el comunismo, en la América rural los valores tradicionales y el voto conservador miraban con desdén y desconfianza a todo aquello que procedía de la ciudad; nada hay más ejemplarizante para resumir esta actitud que el óleo de Gran Wood, American Gothic (1930). En las películas rape & vengeance las mujeres agredidas proceden de un entorno urbano, acomodado, llegan al ámbito rural a pasar una vacaciones, toman drogas, y no se aperciben de que sus actitudes sexuales y hábitos de vestuario provocan el deseo -y la ira- de los lugareños, viéndose éstos con derecho a reparar la afrenta sacando a la luz sus instintos depredadores y una profunda misoginia. Como en I Spit on your grave, los agresores se convierten en víctima de su propio sadismo cuando llega el momento de la venganza de la mujer, una venganza liberadora, acto inapelable de la única justicia posible.

Con perspectiva en lo que ha sido la evolución el thriller y del terror norteamericano, sorprende que el rape & vengeance no haya sido revisado mucho antes, el remake de I Spit on Your Grave ha sido realizado en 2010 por Steven R. Monroe, actualizando la película de Meir Zarchi a un modo de ver el horror más gráfico, aunque menos seco, y por tanto, menos cruel. Si la película de 1978 tenía una clara filiación política -el feminismo, la liberación de la mujer-, la nueva I Spit on Your Grave, aún siendo un título notable, se ceba en la actualización y revisión formal del título del que procede, obviando sobre manera las lecturas sociales de la original. Aún así la cinta de Steven R. Monroe es un excelente título de horror y una buena excusa para volver sobre este subgénero tan underground.

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La nueva protagonista de I Spit on Your Grave, Sarah Butler, es una mujer de mimbres más contemporáneos y la venganza que lleva a cabo es granguiñolesca, usando y abusando de esos trucos que la posmodernidad del horror -en su vertiente torture porn- ha puesto a disposición de las modas y los cineastas actuales. Frente a la contundente violencia de la venganza de Camille Keaton, el personaje de Sarah Butler opta por someter a sus agresores a refinadas y estéticas torturas que indefectiblemente les causarán una muerte inevitable y ensayada. Los antagonistas comparten el mismo espíritu misógino y de superioridad hacia su víctima, polarizados en varias personalidades que pretenden ser un muestrario de los caracteres de la América profunda, entre ellos destaca la figura del sheriff Stortch (Andrew Howard) que parece sacado de la época más oscura del reaganismo, un personaje cuya ambigüedad moral oculta una monstruosidad aún mayor que la de sus compañeros. La eliminación de cada uno de los agresores es metódica y sucia, obviando algunos detalles de las torturas mediante off visual, dejando el resto a la imaginación del espectador, aún así aquellas torturas de índole sexual, como la castración de uno de los agresores es brutal y sofisticada; otra de ellas, el acto de sodomía al sheriff con su propio rifle parece un sádico juego que podríamos ver en algunas de las primeras entregas de Saw -el torture porn de Saw se ha sofisticado entrega a entrega-. Otro de los momentos álgidos de la venganza es la que tiene lugar en una bañera en la que se ha derramado una gran cantidad de lejía, donde se juega con la angustia de la víctima y la lujuria violenta de la agresora. Como último acto de venganza destacable para el aficionado más gore, a otro de los rednecks le son arrancados los ojos por cuervos, guiño quizás a una referencia cultural netamente norteamericana como es el escritor Edgar Allan Poe.

La nueva versión de I Spit on Your Grave cuenta con una fotografía tintada en tonos grises, muy luminosos, un recurso habitual en la cinematografía del género hoy en día, una fórmula que sirve para esconder imperfecciones pero que en I Spit on Your Grave también sirve para imponer a la historia un tono visual más oscuro y perturbador. La película de Steven R. Mornoe es una apuesta eficaz para hacer que el género renazca y se modernice, y pese a que argumentalmente el rape & vengeance se encuentra muy limitado, la dirección de los actores y la puesta en escena del libreto crean una sólida y convincente cimentación para considerar a la nueva versión de I Spit on Your Grave como una mirada posmoderna hacia una forma de hacer cine que pertenece a un pasado y un contexto determinados, aunque, obviamente, su axioma principal, la condena a los abusos de los hombres hacia las mujeres y la misoginia de determinados colectivos masculinos, es un tema que siempre será actualidad.

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I Spit on Your Grave ya cuenta con dos secuelas, con el protagonismo, nuevamente, de Sarah Butler en la tercera entrega de I Spit on your Grave (2015) amén de numerosos títulos trash o serie Z cuya importancia a la hora de valorar un posible renacimiento del rape & vengeance, no tendremos en cuenta. Si es preciso reseñar un título que se enmarca sin duda en este ámbito genérico pero que presenta una novedad que enriquece sobremanera el planteamiento canónico del rape & vengeance:  Savaged (2013), de Michael S. Ojeda. En Savaged, una mujer sordomuda es violada y torturada; dada por muerta, su cuerpo es poseído por el espíritu de un jefe indio masacrado por los antepasados de los violadores de la chica, y si la venganza a golpes de tomahawk va a ser brutal, el componente sobrenatural en la historia será decisivo para lanzar la película a un contexto de interesantes posibilidades.

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