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Año: 2012.  Duración: 135′  País: EE.UU. Director: Tony Gilroy. Guión: Tony Gilroy, Can Gilroy. Música: James Newton Howard. Fotografía:  Robert Elswit. Reparto: Jeremy Renner, Rachel Weisz, Edward Norton, Joan Allen, Albert Finney, Oscar Isaac, Scott Glenn, Stacy Keach, Corey Stoll.

El verdadero Bourne no necesitaba pastillas azules

En una entrevista promocional de El Ultimatúm de Bourne (The Bourne Ultimatum, 2007), su director Paul Greengrass, declaró, a modo de chascarrillo, que «James Bond era un cerdo imperialista». Esta frase, interpretada a la inversa, definía claramente la esencia de la saga Bourne. Jason Bourne era un agente secreto renegado que lucha contra las agencias de Inteligencia de su país, que basan sus actividades en la traición, la guerra sucia, y el uso de un poder tecnológico y político ilimitado. Las películas de Bourne no sólo son filmes de acción, son películas políticamente militantes; hablan de las dobleces de un sistema político que hace y deshace a su antojo, ayudado por un apabullante despliegue de tecnología, del que el ciudadano común puede convertirse en su víctima en cualquier momento. Las películas de Bourne han situado en su punto de mira a los gobiernos, a la policía o a la prensa, siempre títeres de poderes que están en la sombra, y que son puestos en jaque de manera constante por un solo hombre, Jason Bourne.

La renuncia de Paul Greengrass a dirigir una nueva entrega de la saga motivó también el abandono del actor que había encarnado a Jason Bourne, el imprescindible Matt Damon. A la productora  Universal Pictures se le quedó cara de pocos amigos ante la perspectiva de renunciar a una franquicia tan rentable, por lo que algún ejecutivo puso sobre la mesa una audaz propuesta: se podría hacer una película de Bourne sin Jason Bourne.  Esta sorprendente idea fue tomando forma mientras los productores veían que renombrados actores de la meca del cine se daban de tortas por encarnar a Jason Bourne. Todo indicaba que habían dado en el blanco con esta, en principio, descabellada ocurrencia. Y llegó El Legado Bourne (The Bourne Legacy, 2012), una película bastarda que contiene conexiones más que explícitas con las aventuras de Jason Bourne.

El director de esta película y recurrente guionista de la saga, Tony Gilroy, pretende realizar un reboot de la franquicia usando como nexo a algunos de los personajes ya vistos en las otras entregas, usados aquí de manera casi documental, para ilustrar el nexo de unión entre este film y los anteriores. En lo que a estrategia de marketing se trata, y salvando las distancias, que son grandes, con el reciente estreno de Prometheus (2012), ésta y El Legado de Bourne son películas concebidas desde la perspectiva, no sólo, de insuflar aire fresco a las respectivas franquicias, también de diseñar un nuevo principio para ellas (reboot), toda una operación comercial que en el caso de Prometheus queda aprobada con nota, pero que en la nueva entrega del “universo” Bourne se tiene que conformar con un aprobado bien raspado.

La figura de Jason Bourne es sustituida por la de Aaron  Cross, un agente incluido en alguno de esos programas secretos para adiestrar y perfeccionar espías, cuyo maremagnum de nombres ya aturde de entrada al espectador. Aaron es perseguido sin cuartel por su propio gobierno para ser eliminado, sin que el guión consiga explicar convincentemente las razones. El libreto, también firmado por Tom Gilroy, navega por el universo Bourne sin hacer aguas, pero zozobra en muchas ocasiones. La claridad de las motivaciones y actos de los personajes quedan en entredicho, aún salvando las triquiñuelas narrativas a los que un thriller de este tipo nos tiene acostumbrados. Es hasta pasada la media hora, tras un inmenso prólogo que nos presenta a Jeremy Renner como el sucesor de Matt Damon, cuando la película despega con los ya manidos referentes de la saga Bourne: el agente secreto embarca a la guapa de turno en su aventura de tiroteos y mamporros, la doctora Marta Shearing (Rachel Weisz), e inmediatamente se disponen a recorrer los sitios más exóticos -en este caso sólo uno, Filipinas- y a protagonizar todo tipo de  persecuciones mientras que el malo malísimo, el Coronel Eric Byer (Edward Norton), director de una agencia gubernamental clandestina, vigila todos sus movimientos por satélite.

En el aparatoso ámbito de la acción, que ha caracterizado siempre a la saga Bourne, esta película no llega, ni de lejos, a las cotas de espectacularidad de El Ultimátum de Bourne, pero eso no es lastre más pesado del film; es en el terreno del thriller, corazón de un film de este tipo, donde El Legado Bourne realiza un intento desesperado y fallido por mantener la intriga y el suspense. El ritmo, alejado ya de la incansable batuta impuesta por Greengrass, deviene en lento y perezoso, rompiendo esa complicidad que Greengrass sí consiguió con el espectador al lograr que se estremeciese en su butaca con su adrenalítico ritmo. Tampoco ayuda a eso la historia, ramplona, y sin excesivas pretensiones, resuelta de forma rutinaria y poco más que entretenida.

El Legado de Bourne es un nuevo mal comienzo para la saga, es una película que sólo toma la forma de un film de Bourne, pasado por el pasapuré de la reunión de ejecutivos de un gran estudio y servido en bandeja por un director al que le falta el pulso y el compromiso político que tenía Paul Greengrass. Esperemos que si hay un nuevo título se tome más en serio y se emplee más ingenio en su escritura y realización, de lo contrario a Bourne y al proyecto Treadstone les habrá liquidado el misil de un drone en los primeros diez minutos de El Legado de Bourne, simbólicamente claro.

4 COMENTARIOS

  1. Las anteriores me gustaron bastante. Esa mezcla de película americana, aderezada con la frialdad del cine europeo, en especial del norte. le sentaba francamente bien y componían una historia que a la vez que entretenida, tenia calidad.

    El protagonista a priori, podría dar el papel, en los vengadores se come en los momentos que sale a los protagonistas, -Veremos que tal, pero a priori si conserva esa frialdad y oscuridad de las primeras me gustaría. Aunque leyéndote, no se yo, no parece muy bien parada…veremos, cuidate

    • Esta peli es una copia del universo Bourne, con lo típico, lo que dices tú de ese tonillo europeo y tal, pero no aporta nada nuevo excepto presentar a unos cuantos personajes con los que desarrollar la franquicia para más adelante…en fin, película veraniega, entretenida y poco más….

      Y oye, tú cuídate que enfermar en verano es lo peor…ufff, se pasa mal. Atrinchérate con unas cuantas de la Taylor jaja. Yo ahora mismo tengo que revisar la peli de la gata, me has puesto los dientes largos con los recuerdos de escotazo.

      Un abrazo!!

  2. ¿Aprobado raspado? Esta película es un fraude, en todos los sentidos. Primero por ser una película de Bourne sin Bourne (¿?) y segundo porque hace gala del cripticismo más rampante, proponiendo una historia, sencillamente, inexplicable; un refrito de las ideas de la saga Bourne a mil años luz de calidad técnica y artística que caracterizaban a esta.

    • Como película de verano entretiene, por eso la doy el aprobado raspado, sin ir más allá, pero está claro que como continuación de la saga Bourne, aunque sea sin Bourne, es una auténtica bazofia. Ten en cuenta que no sólo van a verla fans de la saga, también gente que quiere pasar un rato en el cine viendo unas persecuciones.

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