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Año: 1975. Duración: 95′ País: Italia. Director: Andrea Bianchi. Guión: Andrea Bianchi, Massimo Felisatti. Música: Berto Pisano. Fotografía:  Franco Delli Colli. Reparto: Edwige Fenech, Nino Castelnuovo, Femi Benussi, Solvi Stubing, Amanda, Franco Diogene,Lucio Como, Erna Schürer, Achille Grioni, Filippo La Neve, Claudio Pellegrini.

No desde hace mucho el género giallo está alcanzando la dimensión que le correspondía por derecho propio. El giallo (del italiano, amarillento) dio nombre a toda un catálogo de títulos que mezclaban la intriga hitchcockiana con estéticas y soluciones narrativas de gran contenido violento, amén de generosas escenas de sexo más explícito que implícito. Quizás esta sea una escandalosa simplificación de lo que fue el giallo, pero sirve como aproximación a un género que ha dado innumerables producciones y cuyos directores imprimieron su sello personal, siempre dentro de los cánones del género.

Andrea Bianchi, en su quinta película, Desnuda para el Asesino (Nude per l´assesino, 1975) se decanta por el giallo, pero siempre con ese barniz –más que evidente- de erotismo que ha caracterizado casi toda su obra. Esta vez será un asesino con traje negro de motorista, en lugar del encuerado asesino prototípico del giallo, el que realizará los salvajes asesinatos de turno. Un grifo que deja el agua correr, acompañado de un peculiar sonido cuando el asesino hace aparición, será el que nos advertirá del inminente peligro que corre la víctima. En este caso, personajes vinculados con una agencia de moda donde trabajaba una chica recientemente fallecida mientras se le practicaba un aborto.

Según sus colaboradores, Andrea Bianchi era una persona tranquila pero tras las cámaras era un consumado erotómano, y así enfocó su carrera posterior, mezclando diversos géneros con los desnudos. Posesión de una Adolescente (Malabimba, 1979) sería un exploit de El Exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin con una gran carga erótica. Por otra parte, la actriz principal Edwige Feneche nunca había parado  de exhibir su poderosa anatomía en otros giallos tan famosos como Todos los colores de la Oscuridad (Tutti i colori del buio, 1972) de Sergio Martino o Cinco Muñecas para la Luna de Agosto (5 Bambole per la luna d´agosto, 1969) de Mario Bava.

La cinematografía italiana de esta época se mostraba muy preocupada por dar un enfoque realmente artístico a sus películas, ya se tratase de giallos, sexploitation, acción o drama. Los cuadros, igual que sucede en Desnuda para el Asesino, siempre están llenos de detalles. Sin duda los responsables de producción trabajaron muy duro para asegurar que cada una de las escenas estuviera dotada de los elementos suficientes como para crear un fresco de conjunto de gran valor artístico. Si eliminásemos a los personajes de los cuadros nos quedaría un conjunto de naturaleza muerta que imaginamos llevaría bastantes horas de preparación. Aún así, apreciamos como detalle de “economía” que algunos de los escenarios se repiten aún cuando las escenas no tienen nada que ver la una con la otra como la del asesinato de Lucia(Femi Benussi) y el de Maurizio (Franco Diogene) que son cometidos en el mismo piso sin que en la película haya conexión alguna entre la vivienda de uno y de otro.

Queda claro que esta película no es un giallo al uso, y si no fuera por la estructura who dunnit? que marca el avance del guión, creeríamos encontrarnos ante una cinta de destape, tan en boga en los años 70, a la que se le ha aderezado un poco de hemoglobina, con un personajillo va administrando una justicia cuyos motivos no se desvelan hasta la última parte de la película. Sin embargo, a poco que nos fijemos, se nos muestran valores y referencias de un modo de entender el cine entre artístico, erótico y con cierta pátina de thriller americano. Este último apunte se manifiesta claramente en la música funky que sirve de tema central del film.

La violencia de Desnuda ante el Asesino tiene un carácter centrífugo, dejando fuera de plano las escenas más escabrosas y combinando la cámara subjetiva y el travelling para ilustrar las acciones del asesino. Apenas hay explicitud en los asesinatos y sólo en algunas ocasiones se muestra algún cuerpo mutilado, cosa habitual en multitud de giallos, pero que aquí aparece únicamente como componente escenográfico de carácter menor destinado a satisfacer los gustos del público de la época, que esperaba precisamente una gran carga de violencia explícita.

En Desnuda ante el Asesino, aparte del aspecto del asesino y de la trama truculento-detectivesca, hay un factor que inclina el peso de la balanza hacia géneros más carnales. Tras la introducción, una chica con un bikini (Femi Benussi) se pasea por el borde una piscina ante la mirada de un montón de “machotes” lascivos. Es Carlo (Nino Castelnuovo) el que se la lleva a una sauna con el pretexto de hacerla una sesión de fotos desnuda. Sorprendentemente la chica se deja adular y se desnuda. Carlo hace lo mismo, se tiende encima de ella y la escena se corta. En otro momento, Magda (Edwige Fenech) se declara a Carlo en el laboratorio fotográfico y para demostrarle su amor le hace una felación (intuida y fuera de plano). Aparte, las chicas se desnudan continuamente (sobre todo Edwige Fenech) y algunos asesinatos se ejecutan a modo de travelling en los que la víctima nos muestra toda su generosa anatomía mediante planos frontales. Desde luego, en estos tiempos esta película sería tachada de machista y seguramente su producción sería una empresa imposible, pero en la Italia de los años 70 el público también se interesaba por la liberación sexual tras la encorsetada moral de posguerra. Desnuda ante el asesino es ante todo, una película erótica. La carnalidad es generosa y explícita, e incluso tenemos la ocasión de vislumbrar –sólo eso- dos desnudos integrales de Nino Castelnuovo.

Desde las primeras películas giallo, los guiones han sido impregnados de una moralina que produce extrañeza. Si cualquier película ha exhibido unos niveles de violencia elevados, que llegaron a su máximo esplendor –discutible o no- con Torso (1973) de Sergio Martino, el sexo aparecía siempre como un elemento distorsionado, insano y moralmente cuestionable. Animados por el morbo que producía en la época la aparición de lesbianas, homosexuales, machotes y otro tipo de conductas sexuales alejadas del convencionalismo, el giallo siempre usó y abusó de la aparición de los citados colectivos. Sólo recordar aquella escena en la película Tenebrae (1982) de Dario Argento, en la que el asesino mata a una chica lesbiana y grita la palabra “¡pervertido!”, justificando el crimen mediante el irregular comportamiento sexual de la víctima, cuando es el asesino el verdadero perturbado. En Desnuda ante el Asesino sucede lo mismo: lesbianas, bisexuales, incestuosos, fetichistas o libertinos, todos los personajes muestran comportamientos sexuales desviados en un entorno, el del mundo de la moda, que debe ser que lo da de sí si tenemos en cuenta que el giallo siempre ha tenido predilección por estos ambientes, desde la seminal Seis Mujeres para el Asesino (Sei Donne per l´assessino,1964) de Mario Bava, hasta la más tardía Crímenes en Portada (Le Foto di Gioia, 1987) de Bava hijo (Lamberto). La agencia de modelos donde todos sus miembros están siendo pasados a cuchillo, la dueña, Gisella (Amanda) aprovecha su posición para acostarse y chantajear a todos las chicas que quieren hacer carrera, mientras que su impotente marido únicamente puede realizar el acto sexual con una muñeca hinchable. Señalar también tras la muerte del fotógrafo Ferrari (Claudio Pellegrini) -personaje de clara inclinación homosexual- el cadáver aparece boca abajo y con los pantalones bajados. También resulta curioso el chiste machista sobre la sodomía con el que termina la película en un plano congelado.

Otro de los sellos característicos del giallo es el trauma. Ese momento concreto en el que una acción violenta realizada en el pasado convierte a una persona normal en un asesino despiadado, o bien es el detonante de ellos. Dicho momento es recreado por el asesino en todos sus crímenes. Como ya se ha hablado antes, en Desnuda para el Asesino, es el agua de un grifo corriendo el preludio de un sangriento crimen, pues es en una bañera donde la introducción de la cinta donde nos muestra a la chica a la que se le practicaba el fallido aborto -otro guiño anacrónico de sexualidad pervertida-. Durante el asesinato de Ferrari, el grifo abierto es sustituido por un vaso que se va colmando de whisky.

Milán es la ciudad elegida para ubicar la acción del film. Generalmente los giallos utilizaban referencias de ciudades o pueblos italianos para situar su acción. No olvidemos que los traumas de los asesinos se producían en un sitio determinado y éstos acudían de nuevo a los lugares familiares para llevar a cabo su terrible venganza; una vuelta al origen del Mal, como si el horror tuviese una esencia kármica. Al igual que en el neogiallo que fue Seven (1995), se ubicó en Seattle la acción -una ciudad donde estaba lloviendo permanentemente, excepto en el escalofriante final-, Desnuda ante el asesino utiliza la metrópolis milanesa como escenario de corrupción moral, ofreciéndonos algunos paseos en coche como aquel en el que el imprudente Maurizio lleva a su casa a una de las modelos.

Desnuda ante el Asesino no es un film ejemplar para los amantes del giallo debido a que pondera más el peso del erotismo que el del thrill. No obstante nos muestra una buena colección de ideas, tópicos y manifestaciones de estos dos géneros que siempre han estado unidos en mayor o menor medida, como hemos demostrado en este artículo. Es una película a revindicar por todo lo que significó a los actores y a los aficionados de su tiempo, y un tipo de cine a recuperar por los aficionados, toda vez que la violencia se ha adueñado totalmente del género terrorífico, dejando atrás un modo de ver el exploit tan digno como polémico.

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